-NO ENCAJO EN NINGÚN SITIO-







Si siento que no encajo lo mejor es detenerme. No tengo por qué entrar a la fuerza en lugares, personas y escenarios que son de mi talla. Celebrar mi identidad, mis pasiones y cuidar cada día el músculo de la autoestima deben ser mis principales objetivos.

Son muchos los que, en cierto modo, gastan una cantidad ingente de su preciosa energía intentando integrarse, ser como los demás, formar parte de colectivos renunciando incluso a la propia individualidad para hallar un sentido de pertenencia.

En la mayoría de estos casos, se nos olvida lo excepcional de ser único/a diferente al resto.

Hay personas que sufren el peso del estigma, del aislamiento. Como criaturas sociales que somos necesitamos no solo interaccionar con los demás. Sentirnos parte de algo, de alguien, buscamos sin duda un mínimo sentido de pertenencia, y esas raíces desde las cuales, seguir creciendo en nuestro proyecto personal.

Así, y aunque a veces nos hablen de la importancia de reforzar nuestra individualidad, de empoderar lo mágico de ser diferente, en realidad, se trataría sólo de saber equilibrar la balanza.

Es difícil no sentirse un extraño en este mundo. Hay momentos que parece que vamos a contracorriente, que somos apátridas de un escenario donde todos parecen encantados/as con una misma melodía, mientras que nosotros nos sentimos inspirados por otra.

Cuando siento que no encajo, sufro por ello ( una norma tan real como frecuente). Aún más, lo complicado es que hablamos de un sufrimiento muy fácil de cronificar. Porque la sensación de no sentirse integrado a menudo ya nace en nuestra infancia. 

A veces puedo llegar a pensar que el mundo carece de sentido. Esto mismo es lo que se demostró en un estudio en la Universidad de Michigan por los doctores Gregory W, y Geoffrey M. Cohen.

En este trabajo puedo verse que aquellas personas que sufran el estigma de la exclusión, sufriendo de manera constante por la incertidumbre de la pertenencia, experimentan una bajada en su motivación, en su rendimiento académico y laboral, y a su vez, tienen mayor riesgo de terminar padeciendo algún tipo de alteración psicológica.

A menudo esa idea de que siento que no encajo, tiene su origen en el seno familiar. Nuestra educación y esas dinámicas que se erigen en esos micro-escenarios nos imponen de forma temprana la idea de que no somos normales.

Porque hemos salido más rebeldes, porque nuestras aficiones, gustos y pasiones no encajan con el proyecto familiar. De esa manera, dicha marca la podemos arrastrar durante años, mermando nuestras habilidades sociales, autoconcepto e identidad. Por ello, y para fortalecer estas dimensiones y mejorar nuestro sentido de pertenencias, vale la pena reflexionar. 

No pasa nada si durante un tiempo hacemos nuestro propio viaje en soledad. A veces, al seguir el ritmo de una pasión o un impulso, acabamos encontrando nuestra propia tribu, esa donde todo armoniza, donde somos aceptados y valorados por cada matiz, por cada recoveco tan especial.

En resumen, si siento que no encajo, lo primero que podemos hacer es reducir esa angustia. Gestionar los miedos, pulir inseguridades y dar brillo al propio sentido del Yo y al músculo de la autoestima nos ayudará a encontrar nuestro lugar.

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