-CÓMO INFLUYE LA ENVIDIA EN NUESTRA SALUD-

La envidia es una emoción incapacitante. Puede hacer mucho daño a la persona que la siente, condicionando sus decisiones, impregnando todo su mundo emocional y actuando como el origen de un malestar que no es capaz de identificar.

La sabiduría popular dice que la envidia enferma. Más que un sentimiento, esos celos viscerales son una pasión altamente invasiva y compleja. Involucran ira, tristeza, estrés y frustración. Por lo mismo, tienen grandes efectos en el cuerpo y en la mente.

Aunque la envidia está muy desprestigiada, lo más normal es que para ninguna persona sea desconocida. Frente a lo común también encontramos diferencias individuales: algunos logran sortearla, mientras que otros permiten que crezca como maleza y se adueñe de muchos espacios de la vida. Es ahora cuando esto puede llevar a tener repercusiones en la salud.

Como una pasión profunda y compleja que es, demanda para su gestión una buena inteligencia emocional. Es preciso llevar a cabo un trabajo para ponerle un límite.

Una pasión tan intensa como la envidia provoca un gran estrés. Por un lado está la persona que envidia y por el otro la envidiada. Lo habitual es que la envidiada avance, crezca y progrese, mientras que quien la mira con celos se estanque, retroceda y no vea el fruto de sus esfuerzos.

La envidia se define como ira, tristeza por el bien ajeno. Esa tensión entre lo que se desea y lo que sucede en la práctica está implícita en esa pasión. El estrés altera el funcionamiento del organismo.

Muchas personas que envidian con intensidad pueden sufrir de problemas estomacales. No es raro que se produzca gastritis o úlcera. También es frecuente que el sistema inmunológico se debilite y no reaccione de forma adecuada frente a los agentes infecciosos.

Las migrañas, la sensación de fatiga, los problemas en la piel y el bruxismo también son síntomas habituales en personas envidiosas. El deseo de que le ocurra algo malo a alguien y la comprobación de que sucede lo contrario, produce angustia y sufrimiento que se refleja en el cuerpo.

Según la interpretación del psicoanálisis, no se envidia a otra persona por lo que tiene, por lo que es o por lo que hace. Lo que realmente causa dolor en la persona envidiosa es la satisfacción, el placer o el confort que experimenta el otro con ello.

Esa es la razón por la que la persona envidiosa no se siente satisfecho, incluso cuando despoja al otro de aquello que, aparentemente, desata sus celos. Si el compañero tiene un mejor cargo y por algún medio se logra que sea despedido, habrá una satisfacción momentánea.

Después, el envidioso encontrará alguien nuevo para sentir celos de él o ella.

Lo que ocurre en estos casos es que alguien se mira a través de los demás, como si estos fueran un espejo. Desprecia lo propio y le da excesivo valor a lo ajeno, no por el valor que tenga en sí lo que posee la otra persona, sino porque sufre con la idea de que lo disfrute.

Por ello, se siente muy frustrado cuando el otro pierde o es derrotado, y aún así sigue sintiéndose bien.

Las pasiones obsesivas provocan daños en la salud mental y física. Por lo que es conveniente abandonar esa práctica de convertirse en verdugo de uno mismo. No hay nadie a quien la envidia dañe más que a quien la siente. A largo plazo, esos sentimientos tan enrevesados pasan factura a través del cuerpo.

La envidia suele quedarse atrás cuando somos capaces de encontrar la base en dos pilares. El primero es ver al otro de una forma integral. Como un ser humano que es, disfruta de muchas cosas, pero eso no quiere decir que no tenga sus propios problemas o lleve encima sufrimientos. Que alguien no los conozca no quiere decir que no existan.

Lo segundo es volver los ojos sobre uno mismo, en lugar de tenerlos puestos sobre otro. La idea es enfocarse en los propios esfuerzos, planes, logros y fracasos.

Concentrarse en la evolución personal, dejando de lado el proceso personal que otros llevan a cabo.

" La envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento".